Hace unos disfruté de lo lindo en “Linejo”, donde pasta la ganadería de Montalvo, en una tarde de tentadero primaveral, en la que actuaban
dos de mis toreros predilectos, Diego
Urdiales y Alejandro Marcos.
Una tarde para gozar, para disfrutar, para llenar el frasquito
de la afición con una extensa dosis de torería, empaque, gusto, cadencia,
compás… una gran tarde de tentadero.
No se puede descubrir ahora el tipo de torero que es Diego Urdiales, y si por casualidad
hubiera alguien que no lo ha descubierto, algo que dudo mucho, tengo un pequeño
muestrario en fotografías de lo vivido en el campo. La pureza, el compás, en
definitiva; la torería le fluye con naturalidad, lo que hace de su obra, una
obra de arte al alcance de muy pocos.
El embroque, la colocación, los tiempos, el trazo, la
disposición, el gusto… un autentico placer el poder haber vivido en primera
persona el entrenamiento del torero riojano.
Alejandro Marcos es mi debilidad, y ni quiero ni puedo negarlo. Es un torero al que he visto desde su más tierna infancia, y por eso precisamente sé que lo tiene, que lo va a sacar y que en ese momento se subirán al carro infinidad de “Alejandristas”. Ayer se desmeleno en “Linejo”, sobre todo con su segunda vaca, a la que cuajó de principio a fin. Soltó las muñecas, relajó su cuerpo y dejo fluir lo que lleva dentro.
Es difícil la remontada, nadie dijo que fuera fácil, pero si es capaz, que lo es, de cuando llegue su oportunidad, que llegará, estar como estuvo ayer… yo sé de uno que gozará.
Dos toreros grandiosos en distintas circunstancias pero llegará
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