martes, 27 de octubre de 2020

MAÑANA PUEDE QUE SEA DEMASIADO TARDE

 

 

El espectáculo taurino tiene muchos actores, principales, secundarios, pero tiene un gran protagonista; el toro. Sin el toro, se pongan ustedes como se pongan, se acaba el tinglao. Este año es duro, muy duro para todos los que componen este espectáculo, durísimo si quieren que lleguemos al estreno. Muchas familias dependen del salario que se adquiere de este espectáculo, desde los que se visten de luces, bien sea de oro o de plata, empresario, trasportista, puyero, cuadra de caballos… y ganaderos, que para mí son los mayores perjudicados.

Salamanca es tierra de toros, en la que pastan muchísimas ganaderías de bravo que las están pasando canutas. Mal lo pasa “el grande”, que le ha cogido en el campo con treinta corridas de toros para lidiar este año y no ha lidiado ninguna. Mal lo pasa “el modesto”, que le ha cogido con dos novilladas y dos corridas de toros para lidiar este año, y poder ingresar dinero para seguir manteniendo su sueño, la ganadería. Es una autentica ruina para todos.


El ganadero de bravo ha sido maltratado en los últimos años de manera injustificada y cruenta. En la elaboración de un espectáculo taurino se tiene en cuenta las puntualizaciones de todo el mundo, menos la del ganadero. No me vengan con lo de siempre; “… a la figura entre los ganaderos si le hacen caso”. “Fulanito si no lidia por tantos billetes no embarca”. “Menganito lidia siempre que quiere y donde quiere”. “En esta casa no se toca un pitón”. Falsedades y milongas. Al ganadero de bravo deberían de tenerlo en los altares, por esfuerzo, sacrificio, defensa del animal, conocimiento de su ganadería, entrega, pasión… y lo tratan con desprecio, o con muy poco respeto.


 

En toda esta pandemia que está aplastando de manera terrible la economía del país, nadie, o muy pocos se han parado a pensar en el esfuerzo que están haciendo los ganaderos de bravo. Criar un animal como el toro bravo, supone miles de euros hasta la hora de su lidia, cuidados sanitarios, alimentación, sanidad… para que luego llegue todo este desastre y no se lidie un animal. La desesperación de los ganaderos de bravo y de sus gentes del campo tiene que ser morrocotuda. Todos los negocios están mal, y con las restricciones sanitarias, estarán peor seguramente, pero dudo mucho que tengan tantos gastos diarios como una ganadería de bravo.

Ahora más que nunca es cuando la gente del campo bravo necesita ayudas. El gobierno, las instituciones públicas, incluso los animalistas que tanto defienden y cotorrean por el bien animal, ayuden al ganadero de bravo que están manteniendo animales con unos cuidados escrupulosos a costa de sus ahorros y sin ningún beneficio. Ahora es cuando lo necesitan, no esperen a que sea demasiado tarde. No esperen a la hora de las lamentaciones, mañana puede que sea demasiado tarde.


Me imagino que nos les servirá de mucho a los criadores de bravura todo está que he intentado expresar, pero desde estas líneas les quiero mostrar todo mi respeto, apoyo y solidaridad en estos momentos tan ruinosos. Sé que algunos por circunstancias no aguantaran el tirón, y por desgracia más de una ganadería desaparecerá. Pero a los que aguanten con sus ganaderías, con esfuerzo, recorte de número de ejemplares y apretando el cinturón hasta la saciedad, les quiero pedir una cosa. Ustedes son el protagonista principal de este espectáculo, háganse fuertes y háganse respetar. Sin toro no hay nada que hacer, y ustedes son los dueños y los criadores de un animal único. Y esto ha de hacerse valer. Sin el ganadero de bravo y sus gentes no hay nada que hacer. Apuntarse esto a fuego en la mente.

 

 

 

 

 

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