En la novillada de Guijuelo se pudieron apreciar varias
cosas. La solvencia y frialdad de Fernando Plaza, las ganas de triunfo de
"Diosleguarde" y lo animoso de Manuel Martin en su debut con los del
castoreño.
Plaza de toros de Guijuelo con medio aforo cubierto en tarde
soleada y con viento racheado.
Novillos de la ganadería salmantina de Miranda de Pericalvo,
desiguales de presencia y juego. Los dos primeros con mas "picante"
que el resto del encierro, nobles y de embestidas templadas.
Fernando Plaza (lila y oro) oreja y palmas.
Manuel "Diosleguarde" (azul noche y oro) dos
orejas y dos orejas.
Manuel Martin (verde oliva y oro) oreja y oreja.
La terna hacia su presentación en esta plaza. Manuel Martin
debutaba con caballos. "Diosleguarde" y Manuel Martin abandonaron el
coso a hombros. Destacar la laboriosa y eficaz lidia del quinto novillo a cargo
de Manolo Linejo.
Fernando Plaza llegaba a la villa chacinera como el
novillero triunfador de San Isidro. Torero hecho y de acusada personalidad.
Templado y con gusto en sus muletazos a los que imprime lentitud y temple,
pecando de excesiva frialdad que impide la conexión con el tendido.
"Diosleguarde" venía a triunfar por lo civil o lo
criminal. Ambición, ganas, entusiasmo y en ocasiones arrebato son las bazas que
utilizo en Guijuelo para proclamarse el triunfador del abono al cortar cuatro
orejas. Su primero le propino una voltereta de miedo, del que salió enrabietado
y con más arrestos.
Manuel Martin hacia su presentación con los del castoreño
ante sus paisanos. Tranquilo y reposado desde el comienzo de su actuación. No
le peso ni el volumen ni el trapío de los animales. Su primero lo prendió a la
hora de entrar a matar de mala manera de la que salió ileso. Otro novillero
charro a tener en cuenta y seguir su trayectoria.
Buen abono el de Guijuelo, en el que se han cuidado las
cosas (como por ejemplo el piso de plaza, que ya no es una playa) y se han
intentado hacer las cosas con criterio y rigor.
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