La tarde de ayer en las Ventas, me hizo recapacitar en un
pensamiento que me tiene loco desde hace muchos años. Tarde de toreo caro, de
toreo puro, clásico, de empaque, de gusto, de siempre... de la mono de Diego
Urdiales. Pues ese tipo de toreo, triunfo y puso la plaza boca abajo.

El toreo de ayer de Urdiales, el de toda la vida, triunfo de
forma rotunda en Las Ventas, ¿por novedad?, no lo creo. Triunfo por pureza, por
estética, por valor, por compas, por arrogancia, por profundidad... triunfo por
hacer el toreo de siempre.
Desde hace tiempo lo llevo diciendo, y la feria de otoño de
este año, más bien todo el año, me da la razón; hay que volver al principio, al
manantial de la torería. Hay muchos toreros ahora mismo en el escalafón, que
torean poco, (la quinta de la temporada de Urdiales ayer en las Ventas), que
llevan el toreo dentro, el toreo puro, que cuando les dejan y les sale, parece
que han inventado esto por la sorpresa que causa en el publico, que no en el
aficionado, ver una cosa distinta, que sin lugar a dudas pone a todos de acuerdo.

Ahora llama la atención las formas de interpretar el toreo
de Ureña, de Urdiales, Uceda, Fortes, Curro Díaz, Emilio de Justo, Iván
Vicente, José Garrido, Pablo Aguado, David Galván... muchos toreros que
interpretan el toreo con el alma, con el sentimiento, con la verdad... y cuando
les sale, ponen a todos de acuerdo. El toreo es una expresión artística volátil
y a la vez eterna, en el ruedo de una plaza de toros se plasman los
sentimientos, y se interpreta la obra de arte con el capote y la muleta,
llegando de tal forma al tendido, que la emoción se proyecta como una descarga eléctrica.
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