viernes, 6 de mayo de 2016

LA TORERIA REVOLOTEO POR EL CAMPO CHARRO




 
 
He querido dejar pasar una semana para asimilar y ordenar en mi mente y en mi alma lo vivido el pasado sábado en la finca de Sayalero. Mi padre que en paz descanse, (cuánto habría disfrutado) era de Paula y Ordoñez, y yo, desde pequeño siempre he vivido esos conceptos de tauromaquia. Esto no quiere decir ni mucho menos  que el resto de formas de ver la tauromaquia, no tengan cabida en mi cabeza, y lo que es más importante, son tan válidas y respetables tanto unas como las otras. Pero lo que está claro, por educación taurina, que lo que me hace sentir  y que las tripas se me estremezcan, son estas formas de toreo, Paula y Ordóñez, si bien es cierto,  he ido aumentando mis conocimientos y mis gustos  incorporando a mis toreros de cabecera;  matadores como  J.M. Manzanares,  Juan Mora, Morante, Curro Díaz, Leandro...  y otros muchos que se expresan desde el sentimiento.
 



Recuerdo con mucho cariño, hace ya bastantes años que  Rafael de Paula visitó Salamanca en los meses de invierno para dar una conferencia en El Aula Miguel de Unamuno, organizada por una peña taurina llamada Tendido Universitario. Al acabar dicho evento, mi padre se presentó en casa con el maestro jerezano.  Una ilusión tremenda la vivida en mi casa. Todos mis hermanos lo observábamos como si tuviéramos delante a "un dios"... no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo.



El pasado sábado, gracias a Bernardo Soto, hijo del maestro y encargado de la ganadería de Sayalero, y a Ángel Sánchez, mayoral de la ganadería, tuve el privilegio de pasar una jornada con Rafael de Paula. No os podéis imaginar la ilusión que tenía instantes antes de plantarme frente a él,  un niño en la noche de reyes, era poco para lo que sentía yo en ese momento...
Un tremendo carrusel de sensaciones me invadían, mi padre estaba en mi mente, los lances del maestro en cualquier plaza de toros, la faena al famoso sobrero de Martínez Benavides en Las Ventas... un respeto tremendo hacia el torero y hacia la persona, una inseguridad horrorosa de si sería capaz de estar a la altura de tal personaje...una auténtica locura.
Lo disfruté de principio a fin. No me separé de él apenas diez minutos en nueve horas, me empapé de su empaque, su cadencia, su torería, su elegancia, su sabiduría, su compás, sus aires flamencos, su arrogancia, sus conversaciones, sus conocimientos, sus andares... lo exprimí hasta donde pude porque realmente me sentí un gran privilegiado. Se sentía revolotear la torería por "Charaíz", las famosas "bolitas que caen del cielo", estaban flotando en el ambiente, y yo estaba allí, del brazo del gran Rafael de Paula.
Una experiencia única. Estar con tu ídolo desde tu infancia, una fuente de inspiración, un manantial de bondad, un torrente de torería, una cascada de sentimientos...
Un hombre que reflexiona sobre la situación actual de la tauromaquia, que le molesta horrores la falta de respeto al toro "... a mí, eso de las remolinas y las sardinetas no me gusta nada, eso no es torear, eso es faltarle al respeto al toro".  " ... el toro es el protagonista de la fiesta, es el principal elemento, el resto vamos detrás; lo primero es el toro". "...las faenas con veinte o treinta, incluso con cuarenta muletazos buenos, y a estoquear al toro. El resto es un plomo". "...los públicos de hoy en día, y digo los públicos no los aficionados, son una manada de borregos, aplauden todo, y todo no se puede aplaudir". " Hoy en día que se pica muy bien, se ponen muy mal los toros en el caballo, hay que ponerlos bien y dejar lucir al toro. Es la parte más importante de la lidia y no se está haciendo bien".
Desde mi niñez, mi educación taurina se formó por los derroteros del arte y del sentimiento, de la pasión y el embrujo, de la cadencia y el compás. Ahora, a mis cuarenta y alguno, estar con el maestro jerezano, ha supuesto una sobredosis de afición, de creer en lo que siento, de guiarme por lo que me hace sentir, y de valorar cada vez más a los hombres que se visten de torero.
Quiero acabar dando las gracias públicamente al maestro Rafael de Paula por ser como es, por dejarme pasar a su lado el sábado, por enseñarme a sentir y a creer, por embriagarme con su temple y torería. Gracias también como no, a Bernardo y a Ángel, ya que sin ellos yo me hubiera perdido ésto. Uno de los días de mi vida que más he aprendido de toros, de la vida y de educación torera.

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