Zamora vistió sus mejores galas para recibir a una terna dispuesta desde el toque de clarines y timbales a lucir su mejor versión en la capital del Duero. La divisa salmantina de Valdefresno lidió tres ejemplares con opciones de triunfo aunque sólo el torero local pudiera tocar pelo en una tarde aciaga con las espadas.
Abrió terna el vallisoletano Leandro, muy querido en tierras zamoranas, con un toro imposible. Sólo pudo lucir su clase en el recibo con la capa interpretando varias verónicas cadenciosas, con ritmo y sabor. Las opciones se disiparon en el último tercio. Con el cuarto cambiaron las cosas por completo. Lució menos con el capote pero pudo interpretar el toreo como gusta con la muleta en la mano. Varias series con la diestra en los medios, ligadas, llegaron arriba con fuerza. Más aún con las telas en la zurda, especialidad de la casa, relajando los hombros y arrastrando los vuelos como pocos son capaces de hacer. Hizo del toreo una obra de arte por momentos. Cayó en buen sitio la espada pero el toro vendió excesivamente cara su muerte después de ser levantado por el puntillero cuando todo hacía indicar que había conseguido la puerta grande por méritos propios. A pesar de ello, mayoría de pañuelos blancos aunque el presidente no atendió la petición. Importante vuelta al ruedo, de las que suman.
Pedro "El Capea" llegaba a Zamora después de un triunfo en Torrejón de Ardoz y una tarde memorable en Albacete cuajando un toro de Fuente Ymbro de principio a fin. Las ganas y la firmeza primaron en sus dos faenas. La primera, más inteligente, midiendo los escasos recursos del valdefresno, y la segunda, gustándose. Lentos, largos y ligados los naturales disfrutando de una templada embestida. Conectó con el tendido desde la primera larga cambiada de rodillas para no perder la magia pese a los múltiples pinchazos que le dejaron sin tres orejas. Importante la tarde de Capea en el coso zamorano porque deja muy buenas sensaciones y una grata evolución en su concepto del toreo.
Alberto Durán fue el único capaz de puntuar ante sus paisanos. La oreja concedida no tuvo nada que ver con el paisanaje ya que mostró una versión asentada a pesar de la falta de contratos y su escasa carrera como matador de toros. No fue fácil el tercero de la tarde y supo darle terrenos y distancias para ayudar a tirar hacia delante, Se gustó en los remates, interpretando varios pases de pecho para mostrar a las generaciones venideras. Bien con la espada y trofeo más que merecido. El sexto no tuvo posibilidad alguna de triunfo y le dejó sin la ansiada salida a hombros.
Plaza de Toros de Zamora. Segunda de la Feria de San Pedro. Más de media plaza. Toros de Valdefresno de buena presentación y juego desigual
Leandro: silencio y vuelta al ruedo tras dos avisos
El Capea: silencio tras aviso y ovación
Alberto Durán: oreja y silencio tras aviso
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