Hace pocos días, el matador de toros Javier Castaño, anunciaba que 2025 será su última temporada en activo. Coincidiendo con los veinticuatro aniversarios de su alternativa, Javier ha tomado la decisión de poner punto y final a su trayectoria como matador de toros.
Corazón, puede ser la palabra que mejor defina lo puesto por Javier Castaño durante su trayectoria profesional. Todo lo que ha hecho en el mundo del toro, ha sido con el corazón en la mano.
Ambiente, gran ambiente consiguió durante su etapa novilleril, siendo el referente durante las temporadas 1999 y 2000, consiguiendo su primera puerta grande en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid.
Seriedad en todo lo que ha hecho con el centelleante puesto. Se ha tomado, y se toma su profesión con una seriedad inusitada, sabedor de que el traje de luces es trasparente y sin trampas.
Tranquilidad la que ha demostrado en su época de ostracismo. Aquella larga época en que nadie contaba con él, pero no le importó, y siguió entrenando a diario hasta que llegó su oportunidad de reengancharse a las ferias. Y lo consiguió, doy fe que lo consiguió.
Apuestas como la del año 2012 en la plaza de toros francesa de Nimes, encerrándose en solitario con seis toros de Miura, cortando cinco orejas y saliendo en volandas por la Puerta de Los Cónsules, hecho insólito que no se ha vuelto a repetir. Estas gestas están al alcance de los elegidos, y Javier Castaño ha escrito historia en el toreo.
Ñoñería, puede ser que piensen ustedes de esto que estoy escribiendo, pero nada más lejos de la realidad. Javier Castaño es un torero que ha entregado su vida a la profesión, siendo fiel a su personalidad y concepto, adecuándose a cada batalla que se le presentaba.
Orden es lo que Javier Castaño ha intentado imprimir siempre a su profesión y a su vida. Discreción, orden, intimidad, entrega, sacrificio, constancia, esfuerzo, dedicación… han conseguido de Javier Castaño un torero curtido en las batallas más duras, en las corridas de pasar “paquete”, en las injusticias del “sistema” … y sin darse la más mínima importancia, ha conseguido logros al alcance de muy pocos.
Si se fijan en la primera letra de cada párrafo, resaltadas en negrita, sale el apellido Castaño. Esta es mi manera de homenajear a un hombre que se viste por los pies, y a un torero que es ejemplo para muchos de los que hoy en día se visten de luces. Gracias por tu entrega y profesionalidad Javier Castaño.
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