viernes, 20 de septiembre de 2024

LA MAGIA, LA ENTREGA Y LA PINTURERIA ABREN LA PUERTA GRANDE DE LA GLORIETA

 

Tres conceptos del toreo distintas, tres formas de interpretar el toro, tres toreros por la puerta grande. ¿Por qué? Porque los tres interpretan el arte del toreo con verdad, y la verdad pone a todo el mundo de acuerdo.

Plaza de toros de La Glorieta. Cuarta de abono en tarde entoldada y amenazante de lluvia, con agradable temperatura. Corrida de toros de “Garcigrande”; desiguales de presentación y juego. 1º Muy “tecloso”. 2º Noble y bondadoso. 3º Noble. 4º Bravo, con fijeza y entrega. Premiado con la vuelta al ruedo. 5º Manso y con genio. 6º Noble.

Alejandro Talavante de verde Esperanza y oro; Pinchazo y estocada: saludos. Pinchazo y estocada; dos orejas.

Andrés Roca Rey de tabaco y oro; Pinchazo y estocada: saludos tras petición. Estocada: dos orejas.

Pablo Aguado de verde botella y oro; Estocada: oreja. Estocada: oreja.

Saludaron montera en mano tras parear al tercero de la tarde, Juan Sierra y Francisco Javier Sánchez Araujo.



Alejandro Talavante realizó dos trasteos totalmente distintos, pero los dos llenos de esa magia e improvisación que atesora. Su primero nunca termino de entregarse y con muchos matices en su comportamiento. Talavante estructuro la faena basándose en el pitón izquierdo, el más potable del animal, consiguiendo muletazos de gran belleza. Su segundo toro, un gran toro de Garcigrande, de nombre “Querido”, que tuvo bravura, trasmisión, entrega y profundidad. Talavante realizó un trasteo ligado, de mano baja y muletazo largo. Naturales eternos con una embestida de sueño.


Andrés Roca Rey midió perfectamente a su noble primer toro. Lo sobo y toreo a favor del animal hasta tenerlo metido en la muleta, y ese fue el momento en que Roca, se metió en el terreno del toro de una manera arrolladora. Un pinchazo y la velocidad de las mulillas, le dejaron sin trofeo. Con su segundo toro, un animal rajado y huidizo, lo sometió y sujeto en una faena de emoción y vibración. La parte final del trasteo, ya pegado a tablas, se subió literalmente, a las barbas del animal, con un valor, una suficiencia y una entrega abrumadora.



Pablo Aguado tiene la naturalidad por bandera. Gusto, temple, cadencia y compás en todo lo que interpreta delante de los animales. Dos faenas llenas de detalles, de torería, de armonía, de gusto… sin ser ninguna de las dos faenas redondas, al público no se le va a olvidar, la actuación del torero sevillano.

Tres conceptos distintos, pero tres conceptos llenos de verdad, y cuando la verdad surge con naturalidad, el público lo percibe y lo disfruta.

 



 


 


 

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