jueves, 1 de noviembre de 2018

JUAN CARLOS MARTÍN APARICIO, LA VIDA DE UN HOMBRE APASIONADO POR EL TORO



VICTOR SORIA


Salamanca, tierra de toros ha perdido a uno de sus alumnos aventajados. El sabio del campo bravo Juan Carlos Martín Aparicio nos dejó tras una larga enfermedad que, por otra parte, no le hizo perder su devoción por la tauromaquia. El abrazo con su bisabuelo habrá sido realmente emotivo ya que ha dedicado gran parte de su vida a honrar la figura de Juan Carreros. Lució su capa en el último gran paseíllo de su vida en forma de homenaje a cargo de la familia del Bolsín de Ciudad Rodrigo. Tuve la suerte de pasar una tarde en ese histórico museo que es la casa de Carreros de Fuenterroble y pude comprobar la lucidez de una mente privilegiada que vivió en primera persona el esplendor de nuestro campo charro.

Hablamos en aquella entrevista allá por el mes de febrero de su bisabuelo, de encastes, toreros, plazas y el futuro de todo este negocio que no pasa por su mejor momento. Fue crítico, como de costumbre, pero positivo. En su ojos el brillo de la intensidad con la que disfrutó aquella tarde en el teatro Fernando Arrabal de Miróbriga en la que pudo comprobar el cariño de tantos y tantos amigos que conocían a la perfección el fondo de un hombre que amó el toreo desde la cuna. Vivió por y para ello e incluso hoy en día esperaba con ilusión cada festival o novillada de la casa. Inasequible al desaliento, perfeccionista como pocos y charro con todos sus detalles.

Con él no iban las alharacas porque disparaba con las balas de la razón. La de su convicción férrea de aficionado, torero y ganadero. Tinta sólida la de sus columnas y la de sus libros. Quedó pendiente escribir la brillante semblanza de los Pérez Tabernero, lo sabemos. Él conocía la familia al dedillo y se marchó sin deleitarnos con una historia que merece ser contada. Por suerte, su aportación a la cultura no fue sólo de parte del toreo puesto que dejó escrito un perfecto estudio de nuestra tierra y sus costumbres con especial hincapié en las expresiones más salmantinas. Escritor costumbrista de nota. De los que ya no quedan. Es mucho decir.

Firme en sus convicciones y amigo de sus amigos. Admiraba a Pedro Gutiérrez Moya, seguía a José Tomás y le interesaban un sinfín ganaderías salmantinas como Garcigrande, Montalvo o cualquiera de los Fraile pero Santiago Martín Sánchez era su devoción. En su mirada pude comprobar la admiración una mañana inolvidable de herradero en la que tuve el privilegio de recorrer desde un segundo plano esa joya en forma de cocina charra que mantiene la familia en Sancti-Spíritus. ¡Y la cabeza del toro con el que su hierro volvió a las plazas en Palma de Mallorca! Emocionante. Corría el año 63 y El Viti aquella tarde estuvo majestuoso (como siempre).

Había que quererle así, tal como era. Queda el recuerdo de un hombre sin dobleces que vivió con intensidad. 
Todavía recuerdo la última pregunta de aquella entrevista: ¿mantenía la ilusión por la ganadería? No olvidaré la respuesta. Dijo que llevaba un tiempo con cierta desilusión pero unos muletazos de su nieto en la plaza de tientas de Carreros le habían inyectado una nueva dosis de afición. De fe ciega. En ese momento supo que una generación más iba a recoger el testigo que un día dejó Juan Carreros.

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