La sonada reaparición de El Soro en el coso de la calle Xátiva sigue siendo tema principal en los corrillos taurinos, tanto que ha volatilizado de un plumazo el protagonismo de los triunfadores del ciclo valenciano. Se comenta menos que nunca la inspirada faena de Morante, el capote de Daniel Luque, el paso adelante de Jiménez Fortes o los naturales de Urdiales al de Alcurrucén. Sin entrar de lleno en la torpeza del equipo de Enrique Ponce, al que ha relevado a un segundo o tercer plano en el 25 aniversario de su alternativa, lo que hay que ver.
Tan bien le han salido las cosas al torero de Foyos que desde el hospital piensa en hacer temporada en la medida de lo posible, claro está. Y aparece con fuerza un nombre que puede convertirse en su apoderado en esta aventura tan arriesgada como inconsciente: González de Caldas. Vicent pasó varios días en su finca antes del paseíllo en Fallas y ahora se pone a tiro de un empresario con pocos escrúpulos. El mismo que ha regresado al taurineo optando a la gestión de la plaza de Granada o con el apoderamiento de Jorge Expósito. Las manos a las carteras.
Sigan esta pista porque puede acabar en matrimonio profesional no tardando mucho. Una noticia fatídica para el mundo del toro porque bien está el reconocer la capacidad de superación de un torero determinante en su época castigado por las lesiones y las operaciones pero hacer el paseíllo en una feria de primera fue una locura y la patada a la tauromaquia en todas sus partes, antológica. Que un hombre mermado físicamente de esa manera pueda acompañar en el cartel a dos figuras actuales en la primera gran cita del año, da que pensar. La crónica valiente, sincera y certera (leer aquí) de Vicente Zabala ilustra a la perfección lo que fue, para muchos, la degradación del toreo.
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