martes, 6 de mayo de 2014
Del Álamo, un roble
Cuesta un verdadero triunfo que un ganadero o torero de fuera entre en Sevilla. Más aún cuando eres de Salamanca, vamos a ser sinceros. La Maestranza, una plaza de manías y exquisiteces, pocas veces se entrega tan de verdad como lo hizo el pasado 1 de mayo con un salmantino de origen humilde que está escalando poco a poco, pero de manera firme, la difícil montaña que tiene como cumbre el ser figura del toreo. El tendido sevillano rompió en la muleta del foráneo cuando demostró en su debut en esa plaza que el toreo hondo, el de verdad; de mano baja, dominio y mando está al alcance de muy pocos. Una delicatessen para finos paladares que superion captar sin mirar a los lados.
Juan del Álamo irrumpió en Sevilla tras una actuación en Aignan en la que perdió cuatro orejas por el mal uso de la espada. Además, había sido, durante el invierno, la auténtica revelación de la temporada americana donde ha triunfado con fuerza en ferias de postín como Manizales, Acho, o Lima. Madrid le dio la oportunidad de su vida en 2013; la corrida del famoso aguacero junto a Juan Bautista y Diego Silveti. Aquella tarde, el toreo perdía a Pepe Luis Vázquez y el salmantino cortaba su primera oreja de la temporada en Las Ventas. Volvió en junio sin miedo alguno y dejó una huella profunda con el tendido lleno de aficionados. Premio en el sexto, sobrero de Carriquiri, mostrando una exhibición de toreo firme y esa pierna hacia adelante que ha cautivado en multitud de ocasiones esa plaza.
Por si había dudas de su compromiso, aceptó volver en agosto. La fecha clave del primer encuentro entre Del Álamo y la divisa de Montalvo. Los pocos que pudieron degustar aquella faena en vivo hablaron de bravura y entrega por parte de toro y torero. El resurgir de la ganadería de Juan Ignacio Pérez Tabernero con el toro Sacristán; el inicio de un año grandioso.
Su seguridad en la capital del toreo le valió para estar presente en Pamplona y Bilbao, nada más y nada menos. Lejos de arrugarse, sacó sus garras para pasar de álamo a roble. Sustituyó a Morante de la Puebla en Vistalegre y le tocó salir después de la gran faena de Fandiño al que negaron incomprensiblemente la segunda oreja. El ambiente en contra del presidente hacía del coso un hervidero en el que era difícil poner calma pero Juan tiró de raza y puso la plaza boca abajo.
Una inoportuna lesión en el pie le apartó de las ferias de septiembre y, también, de lo que iba a ser su cuarto paseíllo del año en Las Ventas, la apetecible Feria de Otoño. Decidió acabar el año matando seis toros en solitario, superando los malos momentos y reafirmando su posición de opositor a gallo en el corral del toreo.
El torero que ha brillado en Sevilla, Madrid, Pamplona o Bilbao es el mismo chaval humilde de la Escuela Taurina de Salamanca obsesionado con las muletas y los capotes. El ganador del Bolsín Taurino Mirobrigense del que se quedaron prendados Ricardo Gallardo y las casas de apoderamiento más importantes del toro. Nunca dejó que los halagos le deslumbraran, es más, la madurez le ha otorgado esa personalidad en el ruedo para desarrollar su propio concepto del toreo. El momento clave en la carrera de un torero: despegar o quedarse.
Del Álamo ha despegado y de qué manera. Su doble compromiso en San Isidro marcará la hoja de ruta de una temporada ilusionante cuanto menos. Hay toreros de interés y, si dejan mostrarlos al aficionados, nos daremos cuenta de la baraja de jóvenes que vienen apretando fuerte en este mundo tan complicado. Por eso todos los aficionados hablaban en los corrillos de la corrida de Montalvo y la torería de Juan del Álamo. El toreo, no tiene fronteras ni apellidos.
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