lunes, 3 de noviembre de 2025

HASTA SIEMPRE MAESTRO

 

Qué difícil resulta, querido Rafael, intentar dedicarte estas palabras, justamente el día que dices adiós de entre los mortales. Qué difícil se me hace, el saber que no vuelvo a hablar por teléfono contigo. Qué difícil va a ser, pero tendrá que ser.

Cuando tuve el privilegio de pasar unas jornadas de campo, dos o tres, me parece que fueron, charlando con usted maestro, más bien escuchándole e intentando absorber todo lo que salía, de manera pausada y reflexiva de su boca, sentí que había tocado el cielo desde la tierra. Me acorde de mi padre, Paulista hasta la medula, y usted, usted me lo recordó en más de una ocasión, lo que me hacia hincharme como un palomo, orgulloso de que D. Rafael de Paula, hablara maravillas de mi padre.

Yo soy “Paulista”, primero por obligación, por herencia paternal, porque fue el torero de toreros en mi niñez en casa de mis padres, porque hablar de Paula era hablar del toreo, del temple, el duende, el compás, el “quejio”, el arrebato, la magia… era todo eso junto en un hombre vestido de torero, con sus rodillas maltrechas y sus muñecas de seda, con el alma entregada al arte.

Aprendí mucho de usted y con usted. Esas tardes en Sayalero (gracias a mi amigo Ángel), al calor de la chimenea, con un pitillo en una mano, y un vinillo en la otra, nunca las olvidaré. Fueron una autentica sobredosis de torería, empaque, sabiduría, verdad y porque no, también algo de nostalgia.

No quiero hablar de su toreo, ni tan siquiera ponerlo ahora en los altares, pero lo que sí quiero que sepa, después de tantos años como han pasado, es que la faena que usted realizó en la plaza de toros de La Ventas, aquella feria de otoño de 1987, con el sobrero de Martínez Benavides, es la faena soñada. Es la entrega total del cuerpo al toreo, del alma al arte, del corazón a los sentimientos, y todo aquello, fue tan genial como efímero, se desvaneció al terminar sentado en el estribo, con la plaza en pie gritándole torero… esa es la grandeza del toreo.

 Ya estará disfrutando de la vida eterna, ya se habrá encontrado con seguidores, partidarios, amigos, compañeros… ya estarán hablando de toros, del arte, del sentimiento, de la pasión… No se olvide de mandar abrazos a los que tenemos por allí arriba. Descanse tranquilo, porque nadie llegará a interpretar el toreo con su grandeza, su genialidad, su personalidad, su fragilidad, su gitanería… Rafael ha sido usted único, y al nacer se rompió el molde, como en tantas y tantas faenas suyas. Descanse en Paz Maestro.




No hay comentarios:

Publicar un comentario