¿Y ahora qué? Es la pregunta de la afición taurina después de
lo sucedido ayer en Las Ventas. La despedida de Morante de La Puebla ha
supuesto un latigazo al aficionado, un bofetón a mano abierta, un jarro de agua
fría que deja conmocionado al escalafón.
¿Y ahora qué? Pues ahora, hay que poner en valor todo lo que
ha dado el torero de La Puebla a la tauromaquia. Hay que recordar y paladear,
más si cabe, todas las obras de arte que ha dejado dibujadas en los ruedos de
todo el mundo taurino. Hay que agradecer su grandeza, su valor, su estética, su
arte, su sentimiento, su implicación con la tauromaquia. Hay que ser feliz, y
estar feliz, por haber sido contemporáneo de esta época del toreo. Hay que
agradecerle su empeño, (durante los últimos cinco años) de engrandecer la
tauromaquia, de meter a la juventud en las plazas de toros, de templar las “embestidas”
de los antis y de los políticos poco “colaboradores”. Hay que agradecerle, toda
la grandeza que ha regalado a la tauromaquia, dejando ahora mismo el escalafón,
huérfano de un “líder” que sea capaz de revolucionar el “tinglao”.
Morante de La Puebla ha sido capaz de poner a todo el toreo
de acuerdo, de firmar las mejores obras de arte, basadas en el clasicismo, el
valor y la torería. Ha sido capaz de ilusionar a la juventud, de revolucionar
al clásico, y de enloquecer al artista. Todas esas cosas ha sido capaz de hacer
Morante de La Puebla, por lo que ahora el aficionado, no tiene nada más que
hacer que agradecer, engrandecer y valorar la figura grandiosa del toreo que es
Morante de la Puebla.
¿Y ahora qué? Pues ahora, José Antonio Morante Camacho tiene
que descansar, centrarse en su vida y curarse. Curarse de ese padecer que lo
trae por la calle de la amargura, y que ha sido capaz, de lidiarlo con
dignidad. Ahora se tiene que preocupar de la persona, de su felicidad, de su
entorno y de su tranquilidad. Tiene que ser capaz de convivir, que lo va a ser,
con su enfermedad, y ser feliz, y disfrutar de todo lo logrado. Disfrutar de la
felicidad que ha generado en el aficionado, de las grandiosas obras de arte
creadas, de la multitud de seguidores que lo veneran, de las amistades, de la
familia, de su persona… Tiene que hacer lo que le plazca en su vida, porque se
lo ha ganado con creces, y siempre tendrá el respeto, admiración y agradecimiento
del mundo del toro. José Antonio, solo deseo una cosa; Que seas feliz.
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