Cuando lo que se realiza en el ruedo pone de acuerdo a la mayoría de la gente que está en los tendidos, es porque lo que está sucediendo en el ruedo tiene verdad. Y verdad tiene el toreo acompasado de Mario Navas.
Plaza de toros de La Glorieta. Novillada con picadores. Menos de medio aforo cubierto en tarde con nubes y claros y calor. Novillos de D. Antonio Palla, bien presentados, justos de fuerza y de juego desigual. 1º flojo y de buena condición. 2º Pronto con trasmisión y recorrido. 3º con un gran pitón derecho; flojo. 4º Protestón y geñudo. 5º rajado. 6º noble y con ritmo.
Antonio Grande de blanco y oro; oreja y saludos.
Carlos Domínguez de catafalco y oro (hacia su presentación en La Glorieta) silencio en su lote.
Mario Navas de azul azafata y oro (hacia su presentación en La Glorieta) oreja y oreja. Salió a hombros por la puerta grande. Saludaron montera en mano Roberto Blanco y Pablo García tras parear al tercero. Haciendo lo propio Gómez Escorial tras parear al sexto.
Antonio Grande fue todo voluntad. Su primer novillo justísimo de fuerza, tenía buena condición y quería hacer las cosas. Antonio construyo una faena con mimo y buenos naturales. El certero y fulminante volapié puso la primera oreja en sus manos. Con su segundo novillo, con seriedad y hechuras de toro, puso voluntad ante las ásperas y violentas embestidas.
Carlos Domínguez pasó desapercibido por el coso de La Glorieta. Con su primero, de buena condición, no termino de acoplarse ni de redondear trasteo. Su segundo bajo la persiana demasiado pronto haciendo imposible cualquier lucimiento.
Mario Navas despertó a la parroquia con un toreo pausado, acompasado, cadencioso y rítmico. Tiene el compás en sus muñecas y el toreo en la cabeza. Compuso en su primer novillo una faena de un temple y relajo fuera de lo normal. Entro a matar como una vela y recibió un derrote feo y seco en la ingle. En su segundo salió convencido que tenía la puerta grande a medio abrir y sin agitarse lo mas mínimo, volvió a templar con gusto y despaciosidad todo lo que realizaba en el ruedo. Sus muñecas enganchaban las embestidas con toques sutiles y precisos para componer muletazos de cante grande.
Mario Navas salió por la puerta grande de La Glorieta el día de su presentación con los del castoreño, y lo hizo haciendo el toreo reposado y de gusto. Enhorabuena.
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