martes, 29 de septiembre de 2020

SENSIBILIDAD. BRAVURA Y TORERIA EN ESPINO

 DOMINGO LOPÈZ CHAVES, PEDRO GUTIERREZ "EL CAPEA" Y MIGUEL ANGEL PERERA NOS OBSEQUIARON CON UNA GRAN TARDE DE CAMPO

Vivir una jornada de campo siempre es muy gratificante y muy de agradecer. Gratificante, porque entras a formar parte de algo intimo que está al alcance de muy pocos, y muy de agradecer, por la misma razón. Dejan que entres en un círculo que pertenece a lo más íntimo del laboratorio de la bravura. Siempre tengo, y tendré palabras de agradecimiento para casi todos los ganaderos, son la inmensa mayoría, que me abren las puertas de su casa y me permiten mostraros lo que allí se vive.

Entrar en Espino son palabras mayores. Se vive en torero desde que se cruza la cancela de la entrada a la cuidadísima finca. El trato es extraordinario, y las lecciones de tauromaquia que sin quererlo ofrece el maestro “El niño de La Capea” son una auténtica delicia. Solo con escucharle hablar en el trascurso de la tarde y prestar y poco de atención, es como si te empaparas el cossio. Habla con una naturalidad pasmosa, con unos conocimientos del toro y del campo abrumadores y con una humildad entrañable. Ayer llegue a mi casa con la sensación de haber vivido algo grande, muy grande, y todo gracias a una familia realmente encantadora.




Domingo López Chaves, Pedro Gutiérrez “El Capea” y Miguel Ángel Perera fueron los encargados de torear cinco erales y un toro. Tarde completa en la que el toreo fluyo natural embarcando las acompasadas embestidas de alguno de los animales. Con poder, en la nerviosa embestida de otro de los erales. Poderosa, ante la bravura y entrega de varios de ellos. Y dulce y templada con el buen son y ritmo del toro.  






 



Una tarde en la que el encaste Murube me reconcilio con mis creencias y me lleno el depósito de la afición.


Gran tarde la vivida en “Espino” con tres matadores de toros que disfrutaron con las embestidas “murubeñas” de la casa. Un encaste que me niego a relegar al toreo a caballo, tiene las condiciones más que suficientes para ser lidiado a pie, con una calidad, bravura y fondo que ya quisieran muchas del escalafón. Hay que abrir miras y dar paso a encastes que son un verdadero lujo. La tarde de ayer me ratifica en mis convicciones. Nuevamente gracias a la familia Capea por el trato recibido y su lección de caballerosidad, educación, torería y humildad.

 

 


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