Torear es una cosa, y sentir el toreo es otra muy distinta.
Dos días de tentadero con el matador de toros Curro Díaz dan para mucho, o para
muy poco, según se mire. Dan para mucho, porque te metes una sobre dosis de
empaque, gusto, clase, pellizco, sentimiento, pasión... torería. Y dan para muy
poco, porque siempre quieres mas.
En la cabeza de un buen aficionado han de entrar todo tipo de toreros, y saber valorar lo que hace cada una de ellos siempre acorde con el animal que tienen delante. Una vez aprendido esto, el toreo te dará lo que realmente te llena, o lo que te deja a medias. A mi particularmente, el toreo que me llena es el de sentimiento, no en vano el toreo es una expresión artística entre un hombre y un animal. La expresión artística sale desde lo más profundo del alma, se canaliza y se expresa en las muñecas, en la cintura, en el pecho... en el cuerpo del torero.
Después de una temporada en la que ha destapado el tarro de las esencias, en sitios clave, sin dejar de lado los compromisos adquiridos antes de su tarde en Madrid con el toro de "Torrealba" al que corto una oreja que le dio el toque de atención necesario para las empresas, Curro ha demostrado que en el toreo, toreros como él, son más que necesarios en las ferias. El toreo clásico, de gusto, personalidad, de empaque, de sentimiento y pasión, de toreo profundo, de expresión, del que nunca pasa de moda... el toreo de siempre.
En la cabeza de un buen aficionado han de entrar todo tipo de toreros, y saber valorar lo que hace cada una de ellos siempre acorde con el animal que tienen delante. Una vez aprendido esto, el toreo te dará lo que realmente te llena, o lo que te deja a medias. A mi particularmente, el toreo que me llena es el de sentimiento, no en vano el toreo es una expresión artística entre un hombre y un animal. La expresión artística sale desde lo más profundo del alma, se canaliza y se expresa en las muñecas, en la cintura, en el pecho... en el cuerpo del torero.
Curro Díaz es una claro ejemplo de lo que el maestro
jerezano Rafael de Paula dijo en más de una ocasión; "... esas bolitas que
caen del cielo y que tocan en la cabeza de los elegidos...", ese día Curro
Díaz estaba a campo abierto, porque más de una de "esas bolitas" le
dieron de lleno.
Qué manera de sentir y de expresar, que manera de encajarse
y conducir, que manera de acompasar y reducir... qué manera torear. Esto no se
puede copiar ni tan siquiera imitar, se tiene o no se tiene, y Curro Díaz lo
tiene, vamos que si lo tiene.Después de una temporada en la que ha destapado el tarro de las esencias, en sitios clave, sin dejar de lado los compromisos adquiridos antes de su tarde en Madrid con el toro de "Torrealba" al que corto una oreja que le dio el toque de atención necesario para las empresas, Curro ha demostrado que en el toreo, toreros como él, son más que necesarios en las ferias. El toreo clásico, de gusto, personalidad, de empaque, de sentimiento y pasión, de toreo profundo, de expresión, del que nunca pasa de moda... el toreo de siempre.
Un hombre sencillo, amable y cordial con el que hemos tenido
el privilegio de pasar dos jornadas camperas de gran interés,
"Valdefresno" y El Pilar, nos permitieron disfrutar del toreo en su
expresión mas intima y sentida, disfrutar de un torero que torea como lo
siente, y que lo siente en el alma. Expresa con sus formas, sus muñecas y su
cintura, olvidándose del cuerpo y entrando en una situación de abandono que
solo está al alcance de los elegidos. Bonita e intensa temporada le espera a
Curro Díaz, que a poco que los toros le respeten y ayuden va a ver incrementada
en gran número de aficionados su cuenta de partidarios. Suerte para este
intenso 2017.
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