viernes, 10 de agosto de 2012

La evidencia José Tomás


Ladran, luego caminamos, amigo Sancho. José Tomás volvió a demostrar, vestido de luces, la supremacía sobre la arena de un torero histórico. Sus tres faenas de Huelva han vuelto a dar unos minutos más de vida a un mundo del toro que supuestamente agoniza. Me cuesta creer que todas esas personas que abarrotaban los tendido de la plaza onubense no hayan quedado con las ganas de volver a ver una corrida de toros. Una tarde histórica, cargada de sentimiento, buen toreo y gran rivalidad. Sí, rivalidad artística fraticida entre dos de los toreros más importantes, por su diferencia, de los últimos años. La muestra evidente son las ganas con las que Morante de la Puebla salió en el segundo de su lote. Tuvo que aguantar una vuelta al ruedo eterna modiéndose los labios con un José Tomás paseando dos orejas tras una faena inovidable de principio a fin. Salió arrebatado y consiguió torear con el capote como los ángeles. Verónicas, medias y chicuelinas marcadas a fuego en la retina de los apenas ocho mil privilegiados.

José Tomás demostró que no se equivoca en el planteamiento de su temporada. Y no lo hace porque si justifica sus actuaciones como lo hizo en el coso de La Merced, no cabe reproche alguno. Tiene el privilegio de ser el único torero capaz de mandar en su carrera y, como tiene un expediente impoluto, nadie puede dudar de su decisión. Torea dos tardes midiéndose a las dos máximas figuras y otra en la que se medirá a sí mismo. Sin trampa ni cartón y siempre al cien por cien.

La faena al toro 'Granado' de Jandilla la recuerdo como una de las más profundas y perfectas de principio a fin. Desde el maravilloso recibo capotero al más puro estilo Antonio Ordóñez a la estocada caída que le privó del rabo. Una faena sin altibajos, manteniendo al toro, que no era la tonta del bote,  en los medios para no romper la magia. La cada vez más acentuada torería en sus remates y esa soberbia manera de manejar las muñecas al natural. Siempre la 'pata' adelante, jugando en los terrenos del toro a confeccionar el toreo de sus sueños.

Una tarde en la que se enfrentaron dos talentos. En la que no hubo abrazos ni condescendencias, sólo intenciones de ganar la partida al adversario a cualquier precio. Los que hablan de toros debajo del brazo y poca rivalidad pasaron un mal rato, estoy seguro. Aquellos que son incapaces de digerir la evidencia tienen un grave problema y son estupendos colaboradores del hundimiento de la tauromaquia. Y los que hablan sin haber pisado Huelva tienen doble mérito: ceguera y envidia.

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