Volvemos a retomarlo donde lo dejamos. Segundo acto de una gran tarde en “Casasola” en la que disfrutamos de lo lindo de tres conceptos, tres momentos, tres toreros, Domingo López Chaves, Juan Diego y Octavio Chacón.
Hacía tiempo que no veía a Juan Diego de la manera que nos hizo disfrutar en “Casasola”. Se desmeleno literalmente. Se dejó llevar por la tarde, por la amistad con sus compañeros de terna y el cariño a la casa ganadera, y se desmeleno. Se soltó, se arrancó las costuras y dejo volar el alma, para deleite de los allí presentes.
Dos novillos de distinta condición, a los que encauzo sus embestidas con oficio, plasticidad, cadencia y lo que es más difícil; naturalidad. Qué manera de dejarse llevar por la tarde, por el momento, por su manera de sentir y expresar el toreo. Yo creo, conociéndolo un poco, que esa tarde Juan Diego se dejó transportar por su alma, por sus más íntimos sentimientos en la manera de sentir y crear el toreo.
No sé si las fotografías os harán llegar lo vivido en “Casasola”, pero de verdad os puedo asegurar que fue algo, un soplo, un rayo que llego profundo a no sé muy bien donde, pero a día de hoy, sigo toreando.
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