Hoy a sido una de esas mañanas en las que vuelves para casa lleno, satisfecho y con las reservas de afición llenas. Un torero con gusto, clase, poder, técnica, compás, y lo más importante, con alma. Una ganadería de auténtico lujo, brava, encastada, con ritmo, enclasada, y lo más importante, con durabilidad. El resultado, una mañana de “cante grande”.
Emilio de Justo ha estado esta mañana sensacional en casa de “Vellosino”. Una ganadería nada “fácil” de torear, por sus enclasadas y acompasadas embestidas. Animales muy sensibles a los toques, alturas y distancias, pero con una bravura, entrega, humillación y temple que invitan a hacer el toreo profundo, entregado, con gusto… a torear con el alma desnuda.
Emilio de Justo ha bordado el toreo con los dos animales primeros. Templado, acompasado, poderoso y con gusto. Con el tercer animal dela mañana, una vaca colorada de una calidad suprema, se ha dejado llevar. Ha puesto su cuerpo al servicio de su alma, y su alma al servicio del toreo. Como diría el amigo D. Enrique Romero; “el orobroy de la semana…”
Desde mi burladero he sentido cosas que solo se sienten muy de vez en cuando. He oído al maestro Paco de Lucia tocar las cuerdas de su guitarra al compás de Emilio de Justo. Me ha susurrado al oído una bulería Camarón. He sentido el baile entregado de Carmen Amaya… He sentido el toreo en estado puro, la verdad, la entrega y el alma al aire. Una mañana de Cante Grande.
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