DESDE EL COLEGIO HASTA ADELAIDA RODRIGUEZ

 

El llorado y recordado Víctor Barrio siempre decía "... el toreo hay que enseñarlo, no defenderlo", y así es como se hace en "El Zarzosillo" donde pasta la ganadería de Doña Adelaida Rodríguez.

El pasado sábado, Cayetana (con 8 años) hija de Fernando y Ana, celebraba una fiesta con los compañeros de su clase del colegio, y no se le ocurrió otra cosa que decirle a sus padres que quería hacerlo en el campo, con un tentadero. Fernando hombre dado a promocionar y enseñar todo lo relacionado con el toro y su ganadería, se puso manos a la obra y organizo un tentadero con los alumnos de La Escuela Taurina de Salamanca.

Hasta el "Zarzosillo" llegaron un montón de niños y niñas acompañados de sus padres a presenciar el tentadero y a ver algo que para ellos hasta entonces era prácticamente desconocido. Cuatro becerras esperaban en los chiqueros para Valentín, Antonio, Daniel, Manuel, Diego, Alvaro y Marco.

 

Una mañana en la que los alumnos de la escuela tuvieron que estar más pendientes de las rachas de viento que de las enclasadas embestidas de las "Lisardas" que les permitieron disfrutar acorde a sus conocimientos, dirigidos en todo momento por el profesor de la escuela José Ramón Martin.

 

Una vez finalizado el tentadero, el ganadero tenía preparada una suculenta comida en El Cabaco, para posteriormente visitar la ganadería y así hacer una jornada completa de campo bravo. No sé de todos los niños allí presentes cuantos serán aficionados a los toros en un futuro, lo que si tengo claro es que cada uno de ellos, sean aficionados o no, verán a partir de este sábado, los toros y todo lo que rodea a este mundo, con respeto.

 

Iniciativas así son las que hacen falta para divulgar y promocionar la fiesta de los toros. ver las caras de todos aquellos niños con ilusión, curiosidad, entusiasmo, preguntando sus dudas... y sobre todo aprendiendo y respetando todo lo que allí sucedía. "¿Cayetana cuando volvemos?" o por ejemplo "Papa yo quiero una vaca como esa" fueron frases que los niños repetían una y otra vez. Señal que lo que vieron y vivieron les gusto.

¿Quién se atreve a decir que no hay futuro?