S. HERRERO Y C. ARENAS A HOMBROS EN TAMAMES

 JAVIER ZULUETA CORTÓ UNA OREJA EN SU PRESENTACIÓN EN LA PROVINCIA DE SALAMANCA.

Ayer en tarde primaveral, casi veraniega, se celebró una novillada sin picadores en la localidad salmantina de Tamames. Actuaron los alumnos de La Escuela Taurina Diputación de Salamanca, Manuel Tabernero, Salvador Herrero y Cristóbal Arenas, junto al novillero sevillano Javier Zulueta.

Plaza portátil de Tamames (Salamanca) cubierta en la mitad de su aforo. Tarde soleada y de temperatura veraniega. Novillada sin picadores. 4 erales de la ganadería salmantina de Castillejo de Huebra (Murube), bien presentados y de juego desigual.

Manuel Tabernero de azul noche y oro; tres pinchazos y media: palmas.

Salvador Herrero de azul cielo y plata; estocada: dos orejas.

Javier Zulueta de gris perla y oro; estocada: oreja.

Cristóbal Arenas de “Chenel” y plata con los remates en negro; estocada: dos orejas.

Salvador Herrero y Cristóbal Arenas salieron a hombros de la plaza.

Manuel Tabernero seguramente hubiera paseado algún trofeo de no ser por el mal uso de los aceros. Su trasteo tuvo pasajes en los que se gustó y gusto al público. 

Salvador Herrero tiene valor y un concepto claro del toreo; clasicismo y empaque. Dibujó muletazos de gran clase por ambos pitones. 

Javier Zulueta novillero sevillano, tiene ese no sé qué, que engancha. Esbozó una faena en la que intento el lucimiento, y mantener en la muleta las embestidas huidizas del novillo. 

Cristóbal Arenas es todo ganas, corazón y entrega. Torero bullicioso y con valor, que conecta rápido con el público. Ayer en Tamames no fue menos, y se entregó de principio a fin. 

Tarde muy entretenida en la que se pudo ver la evolución de los alumnos de La Escuela. Novillada de Castillejo de Huebra, encaste Murube, muy bien presentada y que dieron opciones a los novilleros. El primero de la tarde fue el de más clase y entrega, el resto, nobles y con distintos matices. También pudimos disfrutar, no en todo su esplendor, la presentación en la provincia de Salamanca del novillero sevillano Javier Zulueta, del que hablan maravillas, y que dejó entrever sus buenas maneras, ante un novillo rajado.