Un año más, Salamanca rinde honores a la memoria de Julio
Robles. El pasado día 14 se cumplieron 19 años de su fallecimiento, y la Federación
Taurina Helmíntica programó dos actos
para honrar su memoria.
El Viernes día 17, en el Palacio de Figueroa tuvo lugar una
conferencia, "La última entrevista a Julio en la finca" ofrecida por
el periodista y comunicador taurino D. Manuel Moles en la que recordó la figura
de Julio Robles en un salón repleto de aficionados.
Hoy día 18 ha tenido lugar la ofrenda floral delante de la
estatua de Julio Robles en los aledaños de la plaza de toros. Familiares,
amigos, autoridades locales y gran número de profesionales se han dado cita un
año más para recordar la figura del malogrado Robles. Durante el acto, se ha leído
una emotiva carta escrita por Paco Cañamero, llena de sensibilidad y gusto, logrando
expresar de una forma brillante la llegada de Julio Robles al cielo.
CARTA DESDE EL CIELO
Por Paco Cañamero
No sé si hago bien, o es abusar de lo feliz que soy, pero no
me queda más remedio que transmitir mi mensaje de paz y felicidad. Todo como
señal de gratitud por el cariño que recibí de vosotros durante mi existencia
terrenal, durante los años que disfruté de mi profesión torera y más tarde al
quedar postrado para siempre en una silla de ruedas.
Como no podía ser menos, soy muy dichoso al encontrarme con
infinidad de amigos; tanto que, muchas veces, cuando voy de paseo por los
senderos celestiales y saludo a viejos conocidos y aficionados que me llaman
torero, no puedo menos que sentir un suspiro de alegría. Así os podréis
imaginar que los días transcurren hablando de toros, rodeado por mis compañeros
como con ganaderos y aficionados, además de otra gente que he conocido.
Fue especialmente maravilloso el momento de mi entrada.
Aquel 14 de enero, a las cinco de la tarde, con todos los toreros dándome una
ovación mientras hacía el paseíllo sobre una nube. Por momentos creí soñar
cuando observé a Manolete, con su gallardía y seriedad; a Juan Belmonte, a
Joselito ‘El Gallo’, también a mi entrañable padrino de la confirmación de
alternativa, Antonio Bienvenida, que con su eterna sonrisa explicaba al Papa
Negro y a sus hermanos Manolo y "Pepote" quién era yo. Allí estaban
todos en medio de un estado dominado por la paz y serenidad, así hasta que al
final del paseíllo, antes del encuentro con San Pedro tuvo su culminación
cuando me encontré con mi querida madre a la que abracé con todo cariño y
ternura, junto a ella estaba mi sobrino Juan Pablo, el que lloré tanto cuando
siendo muy niño emprendió el camino del más allá y ahora era un ángel.
Fueron instantes apoteósicos, luego enseguida se corrió la
voz de que había llegado y los días siguientes se sucedieron las sorpresas a
medida que llegaban mis amigos. Enseguida vino a visitarme Peñita, mi fiel mozo
de espadas, que desde entonces no se ha separado de mí; después Paquirri y El
Yiyo, con los que toreé y disfruté por los mundos terrenales. ¡La de cosas que
teníamos que decirnos! Con ellos me encontraba en cierta ocasión cuando sonó la
puerta y al levantarme para abrir me encuentro al corpachón de Manolo Montoliu,
con su capotillo al hombro y su elegante porte. Con Paco, José y Manolo pase la
tarde rememorando nuestros años, pues tenía muchísimas cosas que contarle; como
sucedió también con José Falcón, otro gran amigo al que traté mucho cuando él
vivía en Salamanca y del que admiré su fuerza de voluntad y la simpatía que
siempre le caracterizó
Entrañable fue también el encuentro con don Florentino Díaz
Flores, el señor Flores, al que llamo apoderado, porque me ha hecho tal
propaganda que ha convencido hasta al mismo San Pedro, que no se casa con
nadie, para que se haga seguidor mío que hasta me llama ¡maestro! en vez de
Julio. Bueno, pues el señor Flores ahora se ha empeñado en que tenemos que ir
al paraíso a torear el toro de San Marcos, no deja de insistir sobre ello en
cuanto se tercia la ocasión y, al final, voy a tenerle que hacer caso como
siempre, pues las sabe todas.
Ahora, aunque siempre habló de la profesión, hay veces que
me entra la morriña, sobre todo en mayo, por San Isidro, en San Pedro Regalado
o en septiembre, cuando llega la feria de Salamanca. Entonces, cuando eso
sucede y para matar el gusanillo, mi madre que tanto me conoce me confeccionó
un capotillo de seda para lancear a las estrellas y así paso unos ratos
fenomenales disfrutando del toreo. El otro día, mientras toreaba de salón
escuché que me gritaban ¡olé!, levanté el mentón y vi a mi querido Manolito Escudero
que estaba con Agustín Parra ‘Parrita’ ¡casi nadie han sido los dos¡ Escudero
seguía con sus bromas de siempre, pero sin perder su categoría, aunque como
siempre está empeñado en corregir algún defecto, porque como sabéis Manolo
Escudero ha sido de los que mejor ha toreado con el capote. Por cierto que
antes, cuando estábamos juntos o venía por casa como me hablaba mucho de
Gitanillo de Triana, me lo presentó y quedé entusiasmado. Gitanillo está
siempre con Rafael Albaicín y con Cagancho, del que tanto oí hablar a los
ganaderos de Salamanca y en especial a Pilarin Coquilla, qué pedazos de toreros
en la plaza, que apostura en calle, los tres siempre impresionan. Y es que éste
Manolo Escudero sigue siendo igual de fenómeno.
No hará falta deciros que yo por la caza me sentía
fascinado, pues durante el invierno aprovechaba el descanso taurino para ir de
montería y disfrutar del campo; ahora también me gusta pensar en aquel pasado y
hablar de tantos momentos en unas esperas que a veces se hacían eternas. Por
eso, aquí en el cielo, me he encontrado con muchos compañeros de monterías,
pero existe uno muy especial al que admiré en la plaza por su personalidad y
valentía. Me refiero a Luis Miguel Dominguín, con quien además tuve el honor de
compartir la última tarde que se vistió de luces. Fue en Barcelona y yo no sé
porqué tuve la intuición de brindarle un toro. Ahora hemos vuelto a sentir esos
momentos, aunque con Luis Miguel de lo que más hablamos es de caza, de las
amanecidas que compartimos en la sierra de Cazorla o en Alcaraz. Como recuerdo,
de vez en cuando imaginariamente apuntamos al lucero del alba, aunque Luis
Miguel siempre se empeña en decir que es el número uno, yo no me enfado, lo
dejo que sea feliz, él siempre tuvo mucho orgullo, aunque a mí durante un
tiempo me pasó igual, pero ya redimí las penas. Como podréis imaginar, aquí no
existe la maldad, esas cosas por las que nos pegábamos en la tierra, en esta
otra orilla todo es armonía.
Luis Miguel está casi siempre con su cuñado Antonio Ordóñez,
también con Henmingway y con Orson Welles, aunque otras veces se junta con
Picasso, pero como ya digo con quien más disfruta es con su cuñado Ordóñez, al
que adora.
Decía antes, que mientras hacía el paseíllo celestial
presencié la imagen de Manolete, en la bienvenida de mi llegada, pero desde
entonces no lo volví a ver, lo que ciertamente me mosqueaba. Por eso, en una
ocasión que me fui de tertulia con Juan Mari Pérez Tabernero, aproveché para
recordarle que como mi ídolo era Manolete tenía especial interés en conocerlo.
Entonces, Juan Mari que está casi siempre con su padrino de alternativa,
Marcial Lalanda, también con Domingo Ortega, El Estudiante y Antonio Márquez me lo ‘arregló’ y, a la
mañana siguiente, me envió un mensaje para acudir en tal momento a tal sitio.
Donde me dijo, allí estaba, inquieto y nervioso, con mucha
antelación. Justo antes de llamar, me abren la puerta y lo primero que descubro
es otra feliz sorpresa, pues me encuentro nada menos que con don Atanasio
Fernández (cómo será de importante éste hombre que lo seguimos llamando ‘don’),
que se encontraba junto a su hijo Bernabé y los hermanos Paco y Salustiano
Galache, ganaderos que me conocieron en mis principios. Con ellos departía
cuando irrumpió Manolete. ¡Qué impresión! a pesar de haber visto infinidad de
fotografías suyas, de vídeos y de lo mucho que me hablaron de él los ganaderos
de Salamanca, nada tenía que ver con la elegancia, porte y señorío del que
hacía gala.
Nada más saludar a Manolete cumplí otra ilusión, pues nunca
pude ocultar que de los que están en esta orilla fue al que más admiré, pues
como recordaréis quienes estuvisteis en mi casa, en el palco de la plaza había
tres grandes fotos en blanco y negro de mi terna ideal: Manolete, El Viti y
Julio Robles. Luego, me sorprendí porque le han contado cómo fue mi vida en los
ruedos, además me dio las gracias por aquella tarde que fui a la plaza de
Linares, poco después del cincuentenario de su muerte a depositar un ramo de
claveles blancos justo en el lugar donde ‘Islero’ lo corneó de muerte. Ahora,
como nos hemos hecho amigos vamos a quedar más veces para hablar y una tarde
también torearemos de salón, para estar preparados por si algún día les da por
organizar una corrida, algo de lo que cada vez tengo más esperanza, sobre todo
cuando nuestro patrón San Pedro Regalado sale al encuentro y nos jalea: ¡Ole
ahí los toreros buenos! Ya sabéis que a los artistas nos gustan los piropos y
cuando te dicen eso te creces. Además, en el próximo cónclave celestial, San
Pedro Regalado va a tratar la propuesta de una feria para que toreemos de
salón; como es algo especial e inédito, el pregón lo va a disertar nada menos
que don Juan Belmonte, el más grande, que como hacía en la tierra está todo el
día rodeado de los intelectuales, como Valle Inclán, Pérez de Ayala, Sebastián
Miranda, Díaz Cañabate, Cossío, aunque de vez en cuando llama a Joselito o a su
hermano Rafael. No creáis que Belmonte tiene tanto énfasis el toro, lo justo,
aunque es un filósofo genial.
En otra ocasión me llamó Juan Luis Fraile, con quien
disfruto para que lo acompañara, pues quería presentarme a Graciliano Pérez
Tabernero, que aunque apenas le interesan los toros, sí al menos se preocupa
por saber qué fue de su ganadería. Pasamos con él la tarde y relatamos
infinidad de anécdotas; nos acompañó Felipe Hernández Zaballos y Chema, el del
Rodeo, de Ciudad Rodrigo, que es un gran teórico del toreo, a pesar de que, en
ocasiones, sigue empeñado en hacerme rabiar. Con Graciliano disfrutamos de unas
horas estupendas, mientras descubrí que se trata de un ganadero con un
magnífico concepto de lo que debe ser el toro bravo.
Antes os hablé de Paquirri y de Yiyo, pues dado el mucho
trato que tuvimos nos gusta reunirnos con frecuencia. Así, una tarde hicimos
‘novillos’ y marchamos hasta el paraíso, pues está lleno de animales y es
precioso, además hay pastores, vaqueros y muchos caballos. Aquel día, cuando
llevábamos varias horas caminado sentí un vuelco en mi corazón desde el momento
en el que a nuestra vera aparece un toro ‘burraco’, entonces me acordé del
capote que me hizo mi madre y sentí rabia no tenerlo allí. Como pensé que sus
intenciones eran las de cogerme busqué resguardo, entonces noté una reacción
pacífica mientras se acercaba lentamente. Yo me quedé asombrado cuando
presenciaba sus ojos humedecidos. ¡Dios mío, si eres ‘Timador’!, dije a viva
voz. Y él asintió con su cabeza, mientras se acercaba aún más hasta
arrodillarse frente a mí, con su cara empapada por las lágrimas que caían de
sus ojos.
Intuí lo que quería y le dije: «No tengo nada que
perdonarte, te criaron para ser bravo y vender cara tu vida, cumpliste con tu
obligación y desde entonces nuestros nombres van unidos»; a la vez que le decía
eso arranqué de una encina un ramón y se lo ofrecí con la mano izquierda,
mientras lo comía lentamente empecé a trazar un natural con garbo y
naturalidad. Entonces me sentí tan realizado y me di cuenta que todo lo tenía
hecho. Después besé a ‘Timador’, él me lamió las manos y lentamente marchó
hasta desaparecer de nuestra presencia no sin antes lanzar un largo turreo que
me recordó las tardes de tentadero en Campo Cerrado; mientras, alcé la mano y
le dije: «Adiós, hasta siempre ‘Timador’, amigo».
Después regresamos al cielo, aunque yo en el camino no dije
ni palabra, pues iba nervioso y muy feliz, como flotando en una nube. Al
llegar, Paquirri que se había adelantado para dar la noticia, me alzó en
hombros y así me paseó durante varias horas. Mientras, la gente salía a la
calle y me gritaban: ‘Torero-torero’.
Un año más, Salamanca recuerda y rinde honores a uno de sus
toreros de cabecera. Gracias a la profesión, a las autoridades, a la Federación
de Peñas Taurinas Helmíntica, a la afición y a todos y cada uno de los que año
tras año lográis que Robles permanezca vivo en Salamanca.
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