He querido dejar pasar una semana para asimilar y ordenar en
mi mente y en mi alma lo vivido el pasado sábado en la finca de Sayalero. Mi
padre que en paz descanse, (cuánto habría disfrutado) era de Paula y Ordoñez, y
yo, desde pequeño siempre he vivido esos conceptos de tauromaquia. Esto no
quiere decir ni mucho menos que el resto
de formas de ver la tauromaquia, no tengan cabida en mi cabeza, y lo que es más
importante, son tan válidas y respetables tanto unas como las otras. Pero lo
que está claro, por educación taurina, que lo que me hace sentir y que las tripas se me estremezcan, son estas
formas de toreo, Paula y Ordóñez, si bien es cierto, he ido aumentando mis conocimientos y mis
gustos incorporando a mis toreros de
cabecera; matadores como J.M. Manzanares, Juan Mora, Morante, Curro Díaz, Leandro... y otros muchos que se expresan desde el sentimiento.
Recuerdo con mucho cariño, hace ya bastantes años que Rafael de Paula visitó Salamanca en los meses
de invierno para dar una conferencia en El Aula Miguel de Unamuno, organizada
por una peña taurina llamada Tendido Universitario. Al acabar dicho evento, mi
padre se presentó en casa con el maestro jerezano. Una ilusión tremenda la vivida en mi casa.
Todos mis hermanos lo observábamos como si tuviéramos delante a "un
dios"... no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo.
El pasado sábado, gracias a Bernardo Soto, hijo del maestro
y encargado de la ganadería de Sayalero, y a Ángel Sánchez, mayoral de la ganadería,
tuve el privilegio de pasar una jornada con Rafael de Paula. No os podéis
imaginar la ilusión que tenía instantes antes de plantarme frente a él, un niño en la noche de reyes, era poco para
lo que sentía yo en ese momento...
Un tremendo carrusel de sensaciones me invadían, mi padre
estaba en mi mente, los lances del maestro en cualquier plaza de toros, la
faena al famoso sobrero de Martínez Benavides en Las Ventas... un respeto
tremendo hacia el torero y hacia la persona, una inseguridad horrorosa de si sería
capaz de estar a la altura de tal personaje...una auténtica locura.
Lo disfruté de principio a fin. No me separé de él apenas
diez minutos en nueve horas, me empapé de su empaque, su cadencia, su torería,
su elegancia, su sabiduría, su compás, sus aires flamencos, su arrogancia, sus
conversaciones, sus conocimientos, sus andares... lo exprimí hasta donde pude
porque realmente me sentí un gran privilegiado. Se sentía revolotear la torería
por "Charaíz", las famosas "bolitas que caen del cielo",
estaban flotando en el ambiente, y yo estaba allí, del brazo del gran Rafael de
Paula.
Una experiencia única. Estar con tu ídolo desde tu infancia,
una fuente de inspiración, un manantial de bondad, un torrente de torería, una
cascada de sentimientos...
Un hombre que reflexiona sobre la situación actual de la
tauromaquia, que le molesta horrores la falta de respeto al toro "... a mí, eso de las remolinas y
las sardinetas no me gusta nada, eso no es torear, eso es faltarle al respeto
al toro". " ... el toro es el protagonista de la fiesta, es el
principal elemento, el resto vamos detrás; lo primero es el toro".
"...las faenas con veinte o treinta, incluso con cuarenta muletazos
buenos, y a estoquear al toro. El resto es un plomo". "...los públicos
de hoy en día, y digo los públicos no los aficionados, son una manada de
borregos, aplauden todo, y todo no se puede aplaudir". " Hoy en día
que se pica muy bien, se ponen muy mal los toros en el caballo, hay que
ponerlos bien y dejar lucir al toro. Es la parte más importante de la lidia y
no se está haciendo bien".
Desde mi niñez, mi educación taurina se formó por los
derroteros del arte y del sentimiento, de la pasión y el embrujo, de la
cadencia y el compás. Ahora, a mis cuarenta y alguno, estar con el maestro
jerezano, ha supuesto una sobredosis de afición, de creer en lo que siento, de guiarme
por lo que me hace sentir, y de valorar cada vez más a los hombres que se
visten de torero.
Quiero acabar dando las gracias públicamente al maestro Rafael
de Paula por ser como es, por dejarme pasar a su lado el sábado, por enseñarme
a sentir y a creer, por embriagarme con su temple y torería. Gracias también
como no, a Bernardo y a Ángel, ya que sin ellos yo me hubiera perdido ésto. Uno
de los días de mi vida que más he aprendido de toros, de la vida y de educación
torera.
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