VEINTIOCHO AÑOS DE LA TRÁGICA TARDE
Hace 28 años de esa fatídica tarde y me acuerdo como si
fuera hoy…
Aquel verano tenía trece años y bajaba todas las tardes
a los jardines de enfrente de casa de mis padres a jugar con los amigos. Jugábamos
a los toros y había veces que nos acercábamos hasta La Glorieta y hablábamos del mismo. Todos por aquel entonces teníamos más pájaros en la cabeza que luces, y soñábamos con ser Manzanares, El Niño de La
Capea , Julio Robles o incluso el joven Yiyo.
Recuerdo perfectamente como, jugando a los toros con
una muleta que nos había regalado el maestro Capea, pasó un señor del barrio que siempre iba conectado a su transistor y nos dijo; “Ha cogido un toro a
Yiyo”. Nos abalanzamos sobre él y le cosimos a preguntas: ¿Es grave?, ¿qué más dicen?, ¡déjanos escuchar! Pero no había manera. Salí corriendo hacia casa
y se lo dije a mi padre, que ya se había enterado. ¿Cómo está? ¿Le ha hecho
mucho? Fueron mis preguntas inmediatas. La contestación tardó poco en dejarme
helado: “lo ha matado, Dios lo tenga en su Gloria, qué pena…”
Sinceramente según estoy escribiendo esto se me encoge el
alma… Salí corriendo a mi habitación y rompí a llorar desconsolado, no había
nada ni nadie que pudiera apagar o, simplemente, calmar el dolor que sentía en lo
más profundo. En ese mismo momento aprendí lo que es estar angustiado y
profundamente triste. No podía entender que uno de mis ídolos, un torero con
trazas de convertirse en máxima figura del toreo, pudiera haber muerto.
Puse la radio y en todos los informativos escuchaba lo mismo,
la trágica noticia de la muerte de José Cubero "Yiyo" en la plaza de toros de
Colmenar Viejo, por el toro “Burlero” de la ganadería de Marcos Núñez. Y más
angustia me entraba.
Aquel día murió algo dentro de mí, sentí un dolor inmenso
por la pérdida de ese torero, de ese ídolo, de ese espejo en el que queríamos
mirarnos todos los chavales de la época, porque todos queríamos ser como él, todos queríamos ser El Yiyo.
Fotografías extraídas del libro "YIYO ADIOS, PRÍNCIPE, ADIOS" de D. Antonio D. Olano.
YIYO maestro descansa en paz. Tus recuerdos y grandeza aun siguen vivos.
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