Gran tarde la vivida ayer en La Glorieta, con un pletórico e inspirado José Antonio Morante de La Puebla, y un Marco Pérez que demostró raza, corazón y ganas. Una plaza de toros
entregada en una fecha para recordar, y si la empresa lo estima oportuno, no
dejarla en el olvido, ya que se demostró que, si las cosas se hacen bien, el 12
de junio es una fecha taurina en el calendario salmantino.
Plaza de toros de La
Glorieta. Salamanca
14 de junio de 2025. Tarde calurosa y con nubes y claros. Tres cuartos de aforo
cubierto. Corrida de toros con hierros charros, Puerto de San Lorenzo (1º y 4º), Garcigrande (2º y 5º) y García
Jiménez (3º y 6º). 1º Noble y parado. 2º simple. 3º sin fondo. 4º noble y
con calidad. 5º bravo y de gran juego y entrega; premiado con la vuelta al
ruedo. 6º humillador, noble y entregado.
José Antonio Morante de
La Puebla de
turquesa bordado en blanco; Tres pinchazos y estocada caída: ovación. Pinchazo
y casi entera: silencio. Estocada hasta los gavilanes: dos orejas y rabo.
Marco Pérez de Chenel y oro; dos pinchazos y
estocada trasera: silencio. Tres pinchazos, estocada y siete descabellos:
silencio tras aviso. Pinchazo, estocada y descabellos: dos orejas.
Los dos matadores salieron a hombros entre la multitud que
bajo al rudo por la puerta grande de La Glorieta. Actuó de sobresaliente el
matador de toros salmantino Salvador Ruano.
Se desmonteraron tras colocar las banderillas, Elías Martin y Curro Javier.
Puede serlo, no lo sé, o mejor dicho, no lo quiero creer, pero se decía que era la faena de su vida. Si puede que sea la mejor faena que ha realizado el torero de La Puebla en su vida, pero no la faena de su vida. Le queda mucho que crear con el capote y la muleta. Le queda mucho por cincelar, dentro de una tauromaquia mecanizada y tecnicista. Da igual las orejas y rabo cortadas a un gran toro de Garcigrande, de nombre Repique, premiado con la vuelta al ruedo. Da igual que pusiera la Glorieta boca abajo, como hacía años que no la veía.
Da igual las fotos que tengamos de la tarde. Lo que
verdaderamente importa, es que hemos sido testigos de la creación en directo,
de una obra de arte, tan sublime como efímera, tan grandiosa como irrepetible,
tan artística como improvisada…
Marco Pérez mataba el sexto de la tarde, justo después de la ebullición, en su máxima expresión, de una afición noqueada por la grandiosa faena que acababa de presenciar. No quería estar en “su pellejo”, lo pensé nada más sonar el clarinazo… pero una vez más, demostró la capacidad que tiene. Con apenas diez días como matador de toros, su segunda corrida de toros, su presentación como matador de toros en “su casa”, La Glorieta, y actuar después del genio de La Puebla, pues que queréis que os diga… No se dejó amilanar. Sacó la raza, el corazón y el valor al servicio del toreo.
Cuajo de principio a fin un gran toro de García Jiménez, bravo,
humillador y noble, con el que Marco toreo a placer. Cuajo un trasteo lento,
templado y cadencioso. Se metió entre los pitones, demostrando el valor y las
ganas de triunfo… Lo hizo todo para salir con el de La Puebla, por la puerta
grande de “su casa”, y lo consiguió tras desorejar al gran sexto de la tarde.
¡Qué bonito es el toreo!, pero que bonito es de verdad. Qué
grande es ver la entrega de un hombre, (en este caso de dos), al servicio de la
tauromaquia, al servicio de la creación de obras de arte, al servicio de los
sentimientos, al servicio de la sensibilidad… Somos unos auténticos
afortunados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario