miércoles, 18 de abril de 2012

La soledad del torero

Siempre se ha dicho que la soledad si no es buscada, no es buena. La buscada sí, porque uno mismo busca esa soledad que le permite pensar, relajarse o simplemente olvidarse del mundo que le rodea. Esta soledad no tiene nada que ver con la soledad que padecen los toreros.
Los toreros no tienen que ver con casi ningún otro tipo de desarrollo laboral. A un torero se le valora por lo que hace en el ruedo o por lo menos así debería de ser, sin importarnos nada en absoluto su vida personal. En cualquier otro trabajo puedes decirle al jefe: he dormido mal, me duele aquí, no puedo ir porque el niño esta malo… Infinidad de problemas personales a los que se busca una solución. El torero no. “Yo pago y yo quiero verlo”, lógico por parte del paganini. Pero un tío con problemas de cualquier índole; físicos, personales o profesionales y encima jugándose la vida, tienen tela. Yo no los disculpo, pero entiendo esos bajones que pueden sufrir y el público no entiende.
Gran parte de su vida la pasan solos en el sentido literal de la palabra. Cuando entrenan, están con compañeros o amigos que les hacen más fácil esa tarea. Cuando van de tentadero, siempre tienen alrededor gente que valora sus entrenamientos. Pero no me refiero a estos momentos, no. Me refiero a los momentos de soledad, de habitaciones de hotel, de esperas, de impaciencias, de desesperación…
No debe ser muy agradable para un torero estar parado. Estar entrenando a diario con la esperanza de una oportunidad. Con la confianza de que suene el teléfono para algún festejo. Con la soledad de esos duros momentos, en los cuales, parece que no tuvieras ni amigos.
Luego está la soledad del hotel. Solo en la habitación, esperando noticias del sorteo, que el lote es así, o de la otra manera, que es muy bonito, parejo… Yo que sé, cuaántas cosas pueden decirle sus hombres de confianza para tranquilizar en esos momentos tan duros. La hora de vestirse, esa respiración jadeante provocada por la tensión del miedo, la inseguridad, las ganas de salir corriendo… y se sienten solos, por que en el fondo están solos.
Y en el ruedo, rodeados de doce mil, veinte mil, o tres mil almas, pero solos. Y son ellos los que tienen que resolver, triunfar (que es este caso cuando no están tan solos) o fracasar, pero siempre en soledad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario